Entonces ella desvió su lúgubre mirada hacia la televisión, tal como si yo no estuviera allí. Pues allí me quede parado una hora.
Rumiando como una vaca su chicle, mientras en su rostro reflejaba el asco mal disimulado, el asco de que yo siga allí parado esperando alguna palabra de su boca…tu dices y yo hago, mi amor.
Mis pies están cansados, la última vez que ella me hablo, tuve que ir a buscar un pastel…tenía hambre, así que partí cuando ya estaba anocheciendo…
Me quede allí un buen rato…
Mientras veía como golpeaban una piñata en forma de caballo, y después a todos esos pequeños tirándose encima de los dulces, me imagine a una tropa de hambrientos peleándose por las tripas de un animal muerto. Entonces me vinieron unas ganas imparables de vomitar, así que mire para otro lado y empecé a planear la manera de sacar el pastel que estaba en la mesa central.
Todo por un pastel, todo por ti, mi amor, mi cielo, mi vida, mi osito, mi caramelo, mi algodón de azúcar…todo para saciar tu hambre.
-Disculpe buen hombre, usted tiene algo que yo deseo.
-¿Dinero?, no…ya dimos…-mientras se disponía a cerrar, puse mi pie trancando la puerta.
-Es en serio, lo necesito.
-¿Qué?, ¡váyase antes de que llame a la policía!
-Realmente, no lo creo- empuje la puerta, y con ella al que la sujetaba, pero no tardo en incorporarse.
Mientras yo entraba en la casa, camino al patio que vi desde la reja trasera, el dueño de casa se me abalanzo y con un bat me golpeó en la espalda, no logro botarme, pero si encolerizarme.
Me di vuelta…
-Te has equivocado, hermano- su mirada se plasmo en la mía, y sin ningún remordimiento, lo pateé en sus partes nobles, para después empujarlo hacia su propia mesa de vidrio, la cual termino hecha pedazos.
Los niños gritaban y yo cada vez disfrutaba más el asunto. Tomé el bat, con el mismo que me golpeó, y con calma le remate la pierna, después la cabeza…ya nunca me volvió a molestar.
Camine hasta el pastel, era hermoso, el azúcar teñido rosa…era lo mejor para mi flor…
Cuando ella me vio entrar, desvió la mirada del televisor, y dejando ese maldito chicle en el cenicero, me dijo.
-déjalo encima de la mesa, cariño, has hecho un buen trabajo.
-si, mi amor- obedecí y lo deje en medio de la mesa, y allí me quede parado de nuevo, con una sonrisa en el rostro y la satisfacción de que ella me digiera “cariño”, por muy simulado que le haya salido…
Comió gustosa de aquel pastel, y dejo gran parte dentro del refrigerador, después se dispuso a sentarse de nuevo frente al televisor. Estiro el brazo, y tomo el cenicero donde dejo aquella masa dura y blanca que alguna vez fue un chicle sabor a frutilla, lo saco y se lo llevo de nuevo a la boca, estaba completamente limpio. Me di cuenta que ese no era un cenicero, si no el deposito de su detestable chicle.
Y desde ese momento que estoy parado aquí, esperando que se le venga otro antojo…otra ocurrencia para poder ocupar un poco mas mi existencia, ¿así es el amor? ¿o no?...
Continuo esperando…y ella allí siempre sentada…
-¿oye?- pregunta.
- emm, ¿si?
-¿me quieres?
- cla-cla-claro, mi amor...
- me alegro, has hecho una buena opción, ¿sabes?...
-si, claro que lo se…me siento feliz de estar a tu lado, cariño.
-si, deberías sentirte orgulloso de poder respirar mi aire, y contemplarme desde aquella esquina – esta esquina lleva ya mi nombre grabado en oro, pues es aquí el único lugar de la casa donde se me permite estar.
- ¿y tu?, ¿me quieres?- ella queda en silencio por un momento.
-no, pero me entretiene que estés allí parado, me hace sentir importante.
-es que tu eres importante, mi caramelo.
-claro que lo soy…
-si, lo eres…
-¿lo pones en duda?- abre un poco sus ojos, dándome la orden de responder algo que la deje satisfecha y agrande aun más su autoestima.
-Claro que no, mi amor…claro que no…
-Pues en ese caso nos amamos…¿no consiste en esto el amor?...
-obvio que si, tienes la razón…en esto consiste el amor….