miércoles, 30 de diciembre de 2009

Incinerándose*


El humo convirtió esta noche en día...
La ciudad está en llamas
y yo sigo aquí sentada
en el mismo sillón de mimbre
desgastado, oxidado al igual que mis huesos,
todo en este lugar se está pudriendo
junto con mis años que ya hasta perdí la cuenta...

El gato me observa por un segundo,
también le pasan los años al animal,
aunque nosé si un ser vivo me podría alcanzar.
Se hastía de mirarme y sigue durmiendo,
parece que el tiempo le pasa por sobre la cola...

No entiendo por qué aun
permanezco atada a este rincón,
pronto serán veinte años
y sigo aterrada todas las noches
por no saber si a la siguiente
estaré mirando el crucifijo sobre mi cabeza...

Mis ojos poco a poco se van secando,
los pies me están hundiendo,
la piel se está desgarrando
y mi corazón, en cenizas se transforma
por cada segundo que el reloj vomita...

En cenizas al igual que la ciudad
cubierta bajo el humo tóxico de mi descontento
incendiándose...incendiándose todo
como en este último respirar...*

viernes, 30 de octubre de 2009

No-Ventas


El Fiat 128 zumba bajo el viento de la carretera, el que mis pies rozan apoyados en la ventana, mientras observo terriblemente volado el techo. El hormigueo de la marihuana hace que me den ganas de masturbarme, o de comenzar a tocar a Camila, que duerme en el asiento de adelante. Que indecente y mal intencionado, pero vale, así funciona la adolescencia.

Queríamos ir a la Playa, Rodrigo por lo menos quería, pero ahora no sé a donde vamos. El hijo de puta conduce como un energúmeno, hace un rato me quedé dormido y desperté con la cara transpirada y babeando el asiento.

Me incorporo y observo la carretera desierta, en medio de la nada, Camila aun duerme. Le pego un pape a Rodrigo solo para romper su silencio de conductor.

-Mierda, huevón, no me distraigas, si nos sacamos la chucha va a ser por tu culpa.

-enciende la radio, hace rato que no noto nada mas que el espeluznante vacío.

-¿que vacío huevón?, ¡estay volao!.

Me tiro de nuevo hacia atrás, comienzo a reír. Me quedo dormido otra vez.

Recuerdo que la última vez que Camila me dio la pasada fue en el motel que nos quedamos hace unos 400 kilómetros atrás, igual no fue hace tanto. Ella puso la música muy fuerte “Where boys fear to tread” de los Smashings…

Ella me montó y yo olí sus pechos vulgarmente, Rodrigo dormía profundamente producto de las botellas que compró en la botillería de enfrente. Me pidió que le recitara unos poemas al oído mientras se clavaba. Me sentía un energúmeno improvisando unos versos indecentes y fuera de toda moral.

Después sonó la pared, los vecinos nos pedían que bajáramos la música, nunca lo hicimos, ella solo se inclino un poco más y causo el orgasmo más exquisito que un joven como yo podía experimentar. Me quede dormido y con el corazón palpitando en una adrenalina que solo un viaje loco a la mierda del mundo podía darme.

Paso la mitad de mi torso hacia la parte delantera del auto, y enciendo la radio. El rechinar de una señal inexistente invade el auto. Me duelen los ojos, ya es de noche, Rodrigo maneja fijo frente a la carretera, Camila ya con los ojos abiertos enciende un cigarro, convirtiendo todo en un escenario bastante común.

Rodrigo no me habla más que para putearme. La otra noche entre los dos golpeamos a un tipo que quería llevarse el auto. Le escupimos, y aun cuando ya no escuchábamos sus lamentos, lo machacamos hasta convertirlo en una masa sanginolienta. No lo matamos, pero si le revisamos la chaqueta, llevaba un poco de dinero y una pistola, no entiendo porqué no la sacó.

Tome la Mágnum (no se si era ese el modelo del arma, simplemente siempre quise decirlo) y apunte a Rodrigo, el abrió los ojos como si en realidad viera en mi las intensiones de dispararle, solo estaba jugando. Camila entraba en el auto, a ella nunca le importa nada.

- baja esa huevá – me dijo, temblando bajo el frío de la noche.

-¿que pasa Rodrigito?, ¿creís que te voy a disparar?…¡pero si somos compadres!- Rodrigo ni siquiera asintió. Yo miré al mini-market que teníamos a unos metros, me acordé de “Amores Perros”, y guarde la pistola atrás, en el pantalón. Caminé tranquilo a comprarme unos cigarros.

Cuando entré, un tipo con pinta de chino me miro sin darme la importancia que como cliente merecía. Vi que en el rincón del techo había una cámara de seguridad, no me importo.

Saqué la pistola, apunte al chino que se escondió inmediatamente bajo el mesón, salte tras el y le propine un par de patadas.

-La caja conchetumadre, ¿Qué te creís que quiero llevarme chocolates Chino maricón?

El pobre cristiano abrió sin ninguna resistencia la caja y me entrego unos cuantos billetes que arrugué en mi bolsillo. Le pegue de nuevo y lo obligué a tirarse boca abajo en el pasillo de artículos de limpieza, después le dispare a la cámara de seguridad, ¡por la chucha que me sentía James Dean en el mejor de sus actos!, no tengo idea que pasaba por la cabeza de Rodrigo y Camila. Me sentía Dios.

Tome unos dulces, muchas latas de Redbull y corrí al auto, la Camila estaba cagada de la risa, Rodrigo lloraba gritándome que como mierda se me había ocurrido hacer semejante huevá. Saliendo del pueblucho tire la pistola por la ventana y me enrolé uno de muerte.

(CONTINUARÁ)


lunes, 19 de octubre de 2009

Hogar dulce hogar...*


Paro un segundo para tomar aire...

Por fin los pacos se quedaron atrás,
entre todos los ambulantes y su gran público.
Escondo mi colchón y algunas frazadas viejas,
aunque a estas alturas de poco sirven esos trapos sucios...

El Cholo me siguió hasta mi improvisado refugio,
creo que ya marcó su territorio en mí también,
con sus grandes orejas negras,
capaces de detectar hasta la más remota sirena
y su cola arremolinada que comienza a sacudir
apenas me escucha decir su nombre.

Mientras intento acomodarme en el reducido espacio,
una mujer muy delgada y de "buena reputación"
me mira con recelo y un poco de asco.
En mi jodida vida la he visto siquiera,
pero ella me observa como si desde la infancia
hubiera querido hacerle algún daño...

Inmediatamente después recordé
que por una del mismo género llegué hasta acá,
a una vereda parecida a esta.
Venía con un morral y una chaqueta gruesa,
pero de todos modo
oliendo a descomposición y resentimiento...

La gente no ha cambiado mucho,
la limosna tampoco ha mejorado con los años
y los niños todavía lloran
al verme sentado en la esquina de siempre,
mi esquina,
marcada con la orina de la resignación.

Alcancé a cursar segundo medio,
en aquel tiempo se le decía humanidades.
Mis notas no eran de las mejores,
aunque los libros consumian gran parte de mi tiempo.
De igual modo las palabras bonitas
no sirven de mucho para un sujeto como yo,
sucio, pulguiento, hediondo y casi en los huesos...

Por las noches el frío carcome,
sin embargo se aprende rápido a superarlo.
El hambre es el que más quita el sueño,
no obstante, es el que menos se demora en saciar.
Pero por sobre todo lo que más me costó
fue olvidar su acentuado respirar
en las largas madrugadas de insomnio...

Una verdosa silueta se distingue
al final del callejón enmohecido.
La ceguera ha aumentado con el tiempo,
por lo que puedo divisar es uno de los mismos
que desesperado corría en mi cacería.
Será mejor que reanude mi escapatoria,
para que en la noche pueda regresar a mi hogar
y sentarme en lo más oscuro
a observar el gran espectáculo
de ver a la gente correr enloquecida
en estos inesperados días de lluvia...*

miércoles, 29 de julio de 2009

1979. (Lugares comúnes, lo siento)

Marla acaricia mi pelo bajo el sol de la Plaza Victoria. Mi sonrisa es bastante creíble, sus manos aún eran capaces de amarme como la persona que era. Hermosa foto.

Sábado frío, pero con un sol radiante para los capitalinos, un muy “buenos días” para todos los radioescuchas de Horizonte FM, esto es un regalo: Smashing Pumpkins… 1979. “Shakedown 1979 cool kids never have the time…”

Termino de afeitarme y lavo mi rostro con agua fría, Vicente duerme su borrachera sobre el sillón del living, ronca como un cerdo, debe ser la gripe que anoche no pareció importarle.

Conocí a Vicente hace unos años (bastantes años), era el único capaz de soportar mi megalomanía periodística en la Universidad, muchos quizá hubieran creído que éramos novios, que pendejada, siempre nos odiamos intelectualmente, como una mirada crítica contra una mirada funcionalista. Pero allí estaba como uno de mis mejores amigos, abusando de mi hospitalidad.

Lo observo dormir, su rostro es nefasto, las ojeras de un tipo que no duerme nunca, pero que ahora es un ángel ebrio sobre sus alas de celofán. Tomo el bastón y lo golpeo en el pecho.

-Despierta, mierda – le digo. Se queja de dolor, abre los ojos y da la vuelta, su intención es seguir en el sillón hasta que el mundo mejore. Bastante difícil para ambos.

-Creo que esta es una de las razones por las que Marla te odia, Gustavo, eres un maldito hijo de puta, perdiste la sutilidad cuando caíste por las escaleras.

-A Marla no le interesa la sutilidad, no la tubo al cortarme del diario “por un tiempo” y menos cuando Casi pierdo la pierna.

-Aún la amas Gustavo.

-No digas estupideces.



1979

Marla juega con sus dedos en mi pelo, Valparaíso se instala bajo un veraniego sol, el que hace olvidar por momentos la dictadura y los malos programas que dan en Televisión.

- Me Gusta tu pelo – me dice. Claro, a mi me gusta todo de ella, se lo repito cada vez que puedo, su pelirroja cabellera que cae ondulada sobre sus hombros, sus pecas, su olor.

-Si sigues acariciándome me quedaré dormido aquí mismo, como que la tarde esta para eso.

Santiago nunca fue una buena ciudad en el verano, con Marla decidimos escaparnos unos días a la casa de sus primas de Valparaíso, al ser el último mes antes de entrar a la Universidad, a nuestro primer año de Periodismo.

Un febrero total, con Marla nos dejan dormir juntos, y nos desvelamos fumando, haciendo el amor, y conversando hasta el amanecer. También escuchamos lo poco que tenemos de Bowie en el tocadiscos de la Tía Hippie de Marla, la que insiste en blasfemar sobre la dictadura Militar a la que todos odiamos. O por lo menos gran parte de mi Familia.

Apoyado en mis brazos y de barriga al pasto observo a los niños subidos en los carritos de arriendo, todo parece una postal de la mejor de las películas gringas, es raro como la gente con el sol olvida los hechos más importantes. Mi viejo está en España, y no creo que vuelva en mucho tiempo más, Marla se encarga de hacerme olvidar lo mucho que he perdido en estos últimos años, creo que día a día me enamoro más de ella, y eso es algo que no pudo perder, que ni el mas bravo de los soldados puede robarme, al menos eso no cambiara nunca.

- Marla..?

- Dime…

- Te amo.

-Yo También te amo Gustavo.

Subimos lentamente por almirante Montt, el atardecer enrojece el marítimo cielo de Valparaíso, pareciera que pronto las estrellas se tomarán el firmamento. Marla se detiene, nos miramos. Sus ojos son capaces de enternecer al más amargado de los hombres.

- Gustavo, hazme un favor.

- ¿Cuál?.

- No cambies nunca. Nunca pares de sonreír.

-Te lo prometo, Marla – Un beso adorna la postal romántica del Gran Valparaíso.

martes, 28 de julio de 2009

Que se pase el Frío. Poema.



Que se hiele tu mejilla,
Bajo el aliento
pervertido
que desprendes de mi alma.

En que los besos con ron
se hagan suavecitos,
contagiados
de la crema mental
y lujuriosa
que acaba
con nuestra
conciencia

jueves, 23 de julio de 2009

Cloudy head...*


Recordando el sonido
de aquellas jodidas palabras,
de las que ya ni siquiera
puedo asimilar sus significados,
me voy hundiendo
cada vez más en mi asiento...

Las ventanas cromadas
reflejan un sol desvirtuado,
qué sol,
la niebla ya bajó lo suficiente
sobre las cabezas...

Me creía más alegre,
me sentía mejor persona...

Salgo de ese viciado lugar
lleno de marionetas sonrientes
manejadas por una gran lagartija,
su morbo comienza a asfixiarme...

No pretendo recitar
el discurso monotemático
de una melancolía barata...

El problema es que en este día
la niebla bajó muy rápido
y el aire humedecido
se impregnó en mis ideas...

Talvez mañana
el sol no sea tan esquivo,
talvez mañana
el cielo se desprenda
y me parta en mil...

Por ahora,
sólo presiono fuerte mis audífonos,
cierro los ojos, camino derecho
y que la música haga lo suyo...

Hasta que al fin pase la niebla...*

jueves, 21 de mayo de 2009

AnónimoFilms: RUTINA

Nuevo trabajo de *Parke//Abandono, y su brazo fílmico AnónimoFilms, como una manera de crear ideas y despues hacerlas tangibles (o visibles) a través de las imagenes.

Y desde aquí, hacer el llamado a la gente para que se atreva a crear junto a nosotros, a administrar este blog junto con nosotros. A filmar las ideas mas descabelladas.

No importan los medios, si es una camara de estudio o de celular. Sólo importan las ganas, y la capacidad de crear mundos nuevos.

Forma parte del equipo: parke.abandono@gmail.com o en el mejor de los casos, mi mail: beatnik.ska@gmail.com

domingo, 19 de abril de 2009

Desde mi azotea...*


Sentada al borde de la azotea
pensando en abismos imaginaros,
juego a pisotear hormigas parlantes...

Jamás me he sentido bien en casa,
talvés nunca cumplí con sus espectativas,
mis constantes cambios de ánimo
y mis extaños conceptos sobre el mundo
nunca pudieron encajar
con sus ideas de "familia feliz"...

Me creía más alegre,
me sentía mejor persona...

Alonso dando marcados pasos
sube las escaleras interminables,
cada peldaño que pisa
me resuena más fuerte en la cabeza...

Al aprecer no son buenas noticias,
no puedo descifrar lo que refleja su rostro,
pero estoy segura que no es igual
al de todas las mañas sabatinas,
aunque al menos ver una cara amigable
puede mejorar este maldito día...

Le pregunto qué pasa,
por qué subió tan acelerado,
pero nisiquiera me da boletos,
no emite reacción alguna
al escueto interrogatorio...

-Sólo quería respirar- dice,
pero desde que éramos pequeños
nunca supo mentir,
ni la más absurda excusa a mamá
para que nos dejara venir a este lugar...

-Bueno, y me vas a a decir lo que te pasa?!-
le grito harta del tedioso comportamiento de mi amigo.
-Pasa que... pasa que tu viejo salió furioso del edificio
y tu mamá por ir corriendo tras de él
cruzó la calle así sin más
cuando de pronto un auto pasó soplado
y le alcanzó una pierna.

-Y pretendías quedarte callado, idiota!!-
le dije con ganas de patearle la cabeza.
-No quería que te pusieras mal,
ya tengo todo solucionado abajo
y tu mamá está bien, no fue tan grave.
Me intenta calmar
pero él sabe como destesto
que me ocualten las cosas...

Quiero bajar a ver como está mi vieja
aunque lo que más odio de ella
es verla llorar por ese señor
que no merece ni la más mísera compación...

Sólo me queda recostarme en las heladas baldosas de siempre...
.
.
.
Me agrada este lugar,
debe ser porque de pequeña
quise estar más cerca de las nubes
y poder sentir la lluvia más densa
caer por mi espalda...

Lamentablemente las polillas
son demasiado ingenuas
y las lámparas nunca podrán brillar
como el jodido sol de hoy...*







sábado, 28 de marzo de 2009

Un domingo en el Beat.


Despierto, el dolor de cabeza hace que hunda mi cara en la almohada.

El sabor de roncola, aún presente en mi boca, contrae una pequeña nausea en mi estomago. Me duele el cuerpo. Feliz día domingo.

Dando una vuelta por el viejo Manchester. Y acompañando este invernal domingo, estos son los Happy Mondays, y su track 24 hour Party people en radio Horizonte…

How old are you? Are you old enough? Should you be in here watching that? And how old are you? Are you owning up? Should you be in here with?...

Me siento al borde de la cama, y trato de espabilar mis ojos y buscar el bastón. Últimamente el dolor me parece insoportable, probablemente el frío de la urbanidad afecta lo que queda de mi rodilla. Marla no ha llamado, ¿Qué tan probable es que esté sentada junto al teléfono llorando por mi?

Lavo mis dientes y observo la barba que me crece mostrando un par de pelos canosos, la vejez acaba de a poco lo que me queda de juventud. Estoy cojo, malhumorado y frustrado bajo lo que me gustaría fuera la mejor etapa de mi vida. Gustavo, hoy desayunaras afuera.

Bajo pesadamente los escalones, es un día nublado, pero no hace tanto frío como ayer. Por la noche los vidrios del Bar estaban tan empañados que, acompañados por la Atmosfera humeante y apesadumbrada que reinaba en el interior, formaba un pequeño refugio tropical en el cual yo y mi rodilla nos sentíamos mas enfermos de lo común.

La noche fue un tanto confusa, unos tipos se pusieron a hablar frente a todos en el bar sobre su amor desmesurado hacia el viejo indecente de Bukowski, leyeron un cuento y dos poemas con un nombre que se me hace borroso en estos momentos. Lo cómico del caso es que unas feministas con una pinta de Punkis con malas pulgas saltaron contra estos tipos raros, alegando que el viejo indecente (Bukowski) no es era que un machista abusador del sexo femenino. Lanzaron un cenicero y se fueron más satisfechas consigo mismas.

Me termine unas cuantas botellas de Smirnoff, hasta que llegó uno de estos tantos poetas callejeros a intercambiarme uno de sus poemas por un par de cigarros. No recuerdo si me negué, pero por lo que recuerdo se fue bastante ofendido por lo que le escupí sobre sus poemas, que al menos recuerdo, eran pésimos. Tan malos que me arruinaron la noche y tuve que beber para olvidarlos.

Eso no es malo, Kerouac necesitaba beber antes de cada entrevista. Era la única manera de poder explicar su propio género literario. Debo estar un tanto más lejos de él.

Salgo a la calle. Me dirijo como un buen ciudadano (urbanizado a la fuerza) al café mas cercano.

Café & restaurant Beat”. El nombre es algo extraño, pero está acorde a las intenciones del dueño: crear un ambiente muy británico, donde también se haga un pequeño tributo a toda la onda Mod, que a mi parecer, no tiene mucho que ver con nuestro Sudamericano sudor. De hecho, ¿quién mas que un extranjero puede tomar desayuno afuera, un día domingo de invierno, en medio de la capital mas gris de Latinoamérica?. Aparte de un tipo solo como yo, y unos cuantos parroquianos que no parecen querer dejar el pequeño mundo que hay dentro de este local, maldita sea, estos hijos de la generación Beat están en todas partes.

Pido un café y un Sándwich de ave. Mientras espero mi orden observo un cuadro de The Kinks con la bandera británica de fondo, y esa diana tricolor en un costado. Tan jóvenes, tanta cabellera larga, es lógico que al verlo uno deba sentirse nostálgico de lo que realmente no vivió. La camarera se demora en venir, no me preocupo tanto.

Pego los granos de azúcar a la yema de mi dedo índice y me llevo el pequeño dulzor a la boca, probablemente es una práctica antigénica, pero no conozco ningún caso de gente envenenada por azúcar.

Suenan las campanas de la puerta, y esta se cierra de golpe. Levanto la vista y observo a un encorvado individuo cubierto por una bata de dormir, una barba un tanto pronunciada, y unos lentes cuadrados. Lleva el diario bajo el brazo y, a decir verdad, al verlo siento que invado su espacio. Como si todo esto correspondiera al living de su casa, y yo insanamente me tomara su desayuno.

A este hombre lo conozco, es Andrés Beltrán, un Periodista un tanto loco, actual editor del Periodicucho para el que trabajo. También se el por qué de su aparición en piyama.

Andrés Beltrán es una persona por lo demás muy práctica, si bien vive en el edificio al frente del Café, le parece de muy poca necesidad bañarse y vestirse solo para tomar el desayuno. Este café viene a ser realmente su casa, no como yo, que debo caminar incómodamente un par de cuadras para poder sentarme en estos sillones de cuerina roja.

Andrés nota mi presencia y se dirige a mi mesa, yo intento no poner una expresión muy excluidora en mi rostro, pues realmente no quiero compartir con nadie del medio donde trabajo, un tanto por razones de salud mental.

Antes de pronunciar cualquier tipo de palabra lanza el periódico a la mesa, yo estupefacto abro más los ojos en señal de sorpresa.

-¿ Que pasa? – Pregunto.

- Abre el maldito diario – Responde mientras acomoda su trasero en el sillón paralelo a mi.

Haciendo caso de su orden, ojeo el diario, simulando un poco de atención para no hacer enojar al loco. Y dando muestras de satisfacción o vuelvo a lanzar a la mesa.

- Muy buen trabajo Andrés, esta bueno como de costumbre, ¿han cambiado la tinta?, ahora me parece más amigable a la vista – Digo. Andrés pone una expresión al parecer derivada de una pequeña picazón en las bolas, una muy molesta por cierto. Después de unos segundos me doy cuenta que no es necesariamente eso lo que le molesta.

- Estúpido, no estás – Responde conteniendo con muecas alguna reacción violenta.

Sin exclamar ninguna palabra vuelvo a tomar el Diario, y me voy directo a las paginas de cultura y espectáculos. Después de 2 vistas me doy cuenta que mi critica de “Donnie Darko” no está. Ni una palabra, ni mención, ni un cuadro de disculpas para mi por olvidar tan artística critica.

-¿Qué ha pasado? – Digo, el primer cigarro de la mañana a llegado a mi boca en un momento que podría ser mejor.

- Marla te cagó.

- Mientes, ella me ama. Llama cada vez que no le mando nada, ama mis criticas como una vez me amo a mi – Irónicamente hablo de la persona que me dejo tirado al pie de las escaleras mientras sufría con mi pierna rota, todo por seguirla a ella.

- Se aburrió, y decidió cortarte por un tiempo. Es una lastima que me tocara a mi decírtelo, pero dado que tomas desayuno aquí…

- ¿Hasta cuando será todo esto?, yo debo comer, y este era el único medio de dinero fijo que me daba esas expectativas. ¿Quieres que viva del periodismo independiente al cien por ciento?.

- Ese deja de ser mi problema Gustavo, a ti te gustó jugar con la Rusita esa, ahora debes morirte por ello.

- ¡Por dios Andrés!, casi me saca la pierna.

Andrés hace un gesto con la cara desentendiéndose del tema. El café y el Sándwich de ave palta reposa frente a mi. Es hora de llamar a alguien, estoy momentáneamente sin trabajo, era un hermoso día Domingo.

My videotape.

lunes, 23 de febrero de 2009

Deshacer...*


Mientras el cielo se tiñe de rojo,
la desesperación da golpes fuertes en mi cabeza...
creo que lo más conveniente
es que me ponga a correr de inmediato....

Me miras fijo con tu cuerpo inerte,
te arrancaría los ojos para que dejaras de hacerlo...
la culpa no me queda bien,
soy un tipo bastante despreciable ya,
como para que me hicieras creer
que yo debía dar todo y tu sólo esperar en silencio...

Mi mano ha dejado de temblar,
al parecer no fue demasiado tortuoso como esperaba...
acomodo mi reloj con un afán inútil,
todo se va volviendo cada vez más absurdo...
ideas vagas de suicidio se esconden
en el incesante ruido de los taxis de medianoche
y en los perturbadores aullidos de los gatos callejeros...

Limpio mi ojo izquierdo,
sacudo rápidamente mi abrigo
tratando de aparentar una inmunda realidad...
la última y única opción que me queda
es arrancar hasta deshacer mis tobillos,
sin mirar atrás...

Lamentablemente mis piernas no reaccionan...
lo echamos todo a perder...
nunca debí respirar tu maldita almohada,
en ese sábado del que ya poco recuerdos quedan.....*

sábado, 21 de febrero de 2009

Starman.

Para Susana.

La mañana lluviosa se asoma entre las nubes negras del cielo. Me duele la cabeza, el brazo izquierdo adormecido bajo la almohada. Al moverlo siento ese hormigueo infernal quemándome los nervios.


“Un día sábado lluvioso en nuestra querida capital, los pronósticos dicen que en la zona central del país gozaremos de lluvia hasta pasado el lunes de esta semana entrante, así que santiaguinos, ¡prepárense para el fin de semana mas húmedo en años!. Y bien, cuando son las 9:30 de la mañana, esto es David Bowie con Starman en radio Horizonte…

Didn't know what time it was, the lights were low, I leaned back on my radio…”


El agua hierve sobre la cocina, mientras hecho el café en el vaso, seguido de las dos cucharadas de azúcar. Una noche difícil, escribir es tedioso, y ese celular que nunca para de sonar. Es bueno apagarlo todo de vez en cuando.

Bebo un poco, y me acerco a la ventana, la gente corre por las calles, y el agua amenaza con escurrirse en tiendas y almacenes. Recuerdo el diario, debe estar bajo mi puerta como cada fin de semana, todo este ambiente sabático me hace parecer el hombre mas despreocupado del mundo, tomo la bata para disimular mi ropa interior, y me dirijo pesadamente a la entrada.

Cojeo, una pequeña lesión de hace unos meses atrás. Rodé por las escaleras de mi edificio, persiguiendo a Marla, que se escapaba tras haberme lanzado cuanta carta, flor, beso, abrazo y noche que yo le había regalado. Al verme allí tirado, con mi pierna derecha en una posición digna de Film gore clase B, no pudo mas que exclamar que no lamentaba nada de lo que me había pasado y se fue mientras yo gemía de dolor.

Me agacho y tomo el diario cubierto por una inútil bolsa con el logotipo de la empresa repartidora. Me asomo al pasillo, las goteras suenan fuerte sobre las cacerolas que puso la casera para capear el agua que se escurre por todas las bijas de este edificio inmundo.

Me echo sobre el destartalado sillón, y con los dientes desgarro el molesto envoltorio del periódico. Me dispongo a leer un poco antes de vestirme y salir un rato, la lluvia nunca ha sido un impedimento para refugiarme en algún cine.

Ojeo, los artículos no distan mucho de los de la semana pasada, nada que no pueda encontrar en algún sitio o blog literario de mala muerte. Peleas políticas, farándula sin sentido, escritores manoseados. El celular reposa boca abajo en la mesa, apagado y en silencio, mi opción favorita.

Lo observo, ¿si lo enciendo llamaría alguien importante?. Probablemente sean esos estúpidos de redacción pidiendo algo nuevo. Es hora de ponerme en la posición de que si no les escribo nada pronto el dinero dejara de llegar a mi cuenta. Eso es peligroso.

Siempre me han parecido un tanto molestos los celulares, interrumpen todo lo que los rodea. ¿Duermes?, suena el celular, ¿Estas en el escusado?, suena el celular, ¿haces el amor? Suena el celular, ¿En el cine?, y válgame Dios que esto es cierto, suena el celular.


Meto mi cabeza bajo el grifo, mientras tomo el jabón con mi mano derecha. Me restriego los brazos, espuma abundante. Estiro un tanto mi pierna derecha aprovechando lo tibio del ambiente, Marla me dejo mas que un corazón roto. Me dejó una pierna, una dignidad y una autoestima completamente destrozadas.

Esa tarde estuve gimiendo de dolor algunas horas antes de que me encontrara alguien en el hall del edificio, lamentablemente llovía como hoy, y nadie se atrevía a salir para refrescarse. Por lo tanto se comprende que hayan demorado tanto en el rescate.

Me arrastré, maldije, mande saludos reiteradas veces a la madre de Marla y volví a maldecir su existencia. Esto sirvió para que me encontraran.

Me acomodo el abrigo mientras busco el bastón que me presto Carlos, “creí que tendría que pasártelo cuando estuvieras 40 años mas viejo” dijo mientras lanzaba una enorme sonrisa de amistosa burla.
Lo tomo, su forma me hace recordar a Alex de la Clockwork Orange, elegante como para lucirlo en la calle, pero eso acompañado de mi aspecto, me hace ver como un loco, pero lo necesito, tanta escalera, vereda y camino por delante me convierte en dependiente de este instrumento.

Saliendo de casa lo observo, el celular. Lo tomo, probablemente lo encienda en el transcurso de la tarde.

Cojeo junto con el bastón, el sonido de este al golpear el suelo se fusiona con el crujir de la madera vieja y húmeda. Comienzo a bajar escalón por escalón, un accidente puede costarme la otra pierna, pienso que sería cómico ver a un hombre cojo de ambas piernas. ¿Que es lo que pienso?, es lo mas estúpido que pudo cruzarse por mi mente.

La insistente lluvia cae sin compasión sobre todo lo que ose desafiar su fuerza. Entre mendigos, comerciantes callejeros, y locos de remate, nos repartimos la inclemencia del frente de mal tiempo.

Es raro, caminar con paragüas y a la vez con un bastón me hacen sentir el anciano que no soy. Vamos, con mis 28 años nadie puede decir que estoy viejo, estoy entrando al principio del final: los 30 años. Pero es un principio al final de cuentas.

Decido dejar de huir y me refugio bajo un paradero. Me siento en la banca de este, y saco un cigarro. Lo enciendo y aspiro hondo. Hace frío, y es una locura haber salido de casa para cumplir con mi rutina. El cine me da la vida, y no es una metáfora cuando lo digo. Los de redacción me persiguen por una crítica que aún no hago. Lo recuerdo bien, saco el celular, aprieto ON.

Espero un momento, mientras fumo tranquilamente, sin importar el diluvio que tengo a mi alrededor. Fumo, saco otro cigarro, y sigo fumando. Suena.
-¿Aló? - contesto.
-Gustavo, has desaparecido dos semanas, ¿Dónde esta tu crítica?.
-Marla, ya les dije que estará para mañana, no entiendo porque han insistido llamando toda esta semana.
-Eres una rata Gustavo, ¿sabes que día es hoy?.
-Sábado.
-Pues bien, el tiraje con tu crítica es mañana, no nos das el tiempo de incluirla. Y lo sabes, todo esto es como si te gustara hacerme enojar.
-Al menos es mi venganza por hacerme rodar por las escaleras.

Una risa se escucha al otro lado del teléfono, Marla parece captar el obvio mensaje. Un golpe bajo para que asuma su propia culpa en mi estado anímico y de salud.
-¿Insinúas que todo esto es mi culpa? - Exclama.
-En lo absoluto - miento.
-Vamos, no mezcles lo que paso esa tarde en que resbalaste, con nuestro trabajo, sabes que no es bueno.
-Tu eres la que recuerda ese episodio, yo solo cojeo y es suficiente para mi.

Se escucha un suspiro de resignación al otro lado de la línea, la tengo exactamente donde quería. Lamiendo su culpa en todo este asunto, en todo mi malestar. El silencio se apodera de la conversación.
-¿Qué película veras hoy? - se atreve a romper el silencio.
-Donnie Darko, la ultima de Richard Kelly.
-Dicen que es buena.
-Podrías hacer la crítica tú.
-No jodas Gustavo. Y ve pronto al cine, no vayas a pescar un resfriado.
-¿Como sabes que estoy bajo la lluvia?
-Llueve en toda la ciudad, idiota - Corta el teléfono.

Miro un poco el oscuro cielo, es hora de caminar un poco.

Llego a la boletería, una joven con pinta de universitaria sedienta de dinero me recibe con una dopada sonrisa. Su jockey rojo y su uniforme me recuerda mas a una cadena de comida rápida que a la de un cine. En cualquier momento le pido una hamburguesa.

- Una para Donnie Darko, función siguiente - le digo, mientras saco el dinero de la billetera, ella balbuceando un discurso, que seguramente le enseñaron en alguna capacitaron de segunda, teclea el ordenador e imprime una boleta y me la entrega.
-Su entrada señor, disfrute la función.

¿Cómo?, ¿Aló Moscú?. ¿Qué a pasado con la antigua entrada de cartón?, esa que atesorabas en tu billetera o agenda. Esa que guardabas para mostrársela a tus futuros hijos, o a alguna señorita. El cine comienza a convertirse en un espacio igual de frío que el ambiente que lo rodea allá afuera. Es probable que las cintas próximamente sean solamente reproducidas de forma digital. Y un carajo.


Me siento en la butaca, pasan comerciales, unos cuantos trailers, y de nuevo estoy en el cine próximo a vivir una nueva aventura que me dará dinero para seguir viviendo.
Observo, los subtítulos se leen bien, todo en orden, mi bebida en el asiento, el bastón bajo la butaca, el sonido agarrándome lo oídos. Minuto 35, comienzo a quedarme dormido.

miércoles, 18 de febrero de 2009

On the Road.


Despierto en medio de la penumbra, el teléfono suena insistentemente. Lo dejo sonar por un momento mas, si es importante insistirá.

Suena, suena, suena. Sofía duerme su borrachera en la cama, yo me doy unas vueltas en el suelo, no quise dormir junto a ella, probablemente en la mañana despierte y grite si me ve a su lado. El hijo de puta de Gustavo no se la quiso llevar. Me debe una.

Enciendo un cigarro, mientras el maldito aparato sigue su cantar molesto. Camino a la cocina y me sirvo lo poco que queda de vodka.

Con el vaso y el cigarro vuelvo a la pieza, me sorprende que teniendo el teléfono en el velador a la cabeza de mi intento de cama Sofía duerma sin percibir el ruido.
-¿Alo? – contesto.
-¿Carlos?- una voz ronca hace vibrar el audífono, no me parece familiar.
-Si, con el, ¿Quién habla?.
- jajaja, me sorprende que ya no me recuerdes, viejo amigo.
-¿viejo amigo?, joder, no creo que tu tengas ese titulo.
-¿Cómo?, ¿ya no recuerdas al viejo Dean?
-¿Dean?, ¿Dean Moriarty?
-Así dicen…
-Me debes dinero…
-¿Qué pasa Rudie?, ¿acaso no te alegra saber de este blanco? – Se escuchan muchos autos de fondo, al parecer esta por la carretera o en algún Terminal.
-Realmente no, tus negocios siempre terminan mal, y ya sabes que me siento viejo para volver a ayudarte.
- hmm, supe lo de tu amigo.
-¿Si?, ¿y eso que tiene?, salió en muchos diarios, y solo falto una biografía de el en la TV para acabar con todo esto.
-hey, no te vayas en esa, yo solo quiero alegrarte un poco la vida, ¿Estas solo en casa?.
- Eso no importa, si te quedas acá probablemente venga la policía, y ya sabes que eso no me gusta.
-no llores, que a este teddy boy no lo persigue nadie, solo quiero tener un lugar donde quedarme.
- Puedo apostar a que tienes muchas que vender…
-se ve que me conoces, te ofrezco un trato…
-tu no ofreces nada, solo quiero el 10 por ciento que te den por las azules…
-no pierdes el tiempo…
-Solo recuerda que esto no es “The harder they come”
- Mañana pasaré, estate atento.

Corto. Jimmy Cliff me mira fijamente desde la pared, esta necesidad de dinero extra no es un mal hábito.

Al voltear, Sofía me mira fijamente, escuchó todo al parecer, en la oscuridad sus ojos de gato parecen mas amenazantes. No le digo nada, esta muy incorporada.
-¿En que andas metido?- pregunta.
-En algo que a muchos Mods les va a interesar.
- Lo tengo claro. ¿Qué hago en tu cama?, a mi me interesaba irme con tu amigo.
-suele pasar que las cosas no resultan como uno quiere.
-Al menos pudiste sacarme el vestido, esto se arruga ¿sabes?
-¿todos los mods son así de pretenciosos?.
-no, pero yo soy una señorita.
-Una señorita en la cama de un desconocido.
-pero una modette muy educada.

Quedamos en silencio por un momento, Sofía suspira con resignación y de una manera muy filmica desabrocha su vestido, lo lanza a los pies de la cama, dejando ver su figura mas bien provocativa. Se tapa con las mantas y vuelve a dormir.
Mala noche para un Rude Boy solo, al menos dios pudo darme una mejor oportunidad.

Vamos, que aun debe quedar algo de ron en la cocina.