miércoles, 29 de julio de 2009

1979. (Lugares comúnes, lo siento)

Marla acaricia mi pelo bajo el sol de la Plaza Victoria. Mi sonrisa es bastante creíble, sus manos aún eran capaces de amarme como la persona que era. Hermosa foto.

Sábado frío, pero con un sol radiante para los capitalinos, un muy “buenos días” para todos los radioescuchas de Horizonte FM, esto es un regalo: Smashing Pumpkins… 1979. “Shakedown 1979 cool kids never have the time…”

Termino de afeitarme y lavo mi rostro con agua fría, Vicente duerme su borrachera sobre el sillón del living, ronca como un cerdo, debe ser la gripe que anoche no pareció importarle.

Conocí a Vicente hace unos años (bastantes años), era el único capaz de soportar mi megalomanía periodística en la Universidad, muchos quizá hubieran creído que éramos novios, que pendejada, siempre nos odiamos intelectualmente, como una mirada crítica contra una mirada funcionalista. Pero allí estaba como uno de mis mejores amigos, abusando de mi hospitalidad.

Lo observo dormir, su rostro es nefasto, las ojeras de un tipo que no duerme nunca, pero que ahora es un ángel ebrio sobre sus alas de celofán. Tomo el bastón y lo golpeo en el pecho.

-Despierta, mierda – le digo. Se queja de dolor, abre los ojos y da la vuelta, su intención es seguir en el sillón hasta que el mundo mejore. Bastante difícil para ambos.

-Creo que esta es una de las razones por las que Marla te odia, Gustavo, eres un maldito hijo de puta, perdiste la sutilidad cuando caíste por las escaleras.

-A Marla no le interesa la sutilidad, no la tubo al cortarme del diario “por un tiempo” y menos cuando Casi pierdo la pierna.

-Aún la amas Gustavo.

-No digas estupideces.



1979

Marla juega con sus dedos en mi pelo, Valparaíso se instala bajo un veraniego sol, el que hace olvidar por momentos la dictadura y los malos programas que dan en Televisión.

- Me Gusta tu pelo – me dice. Claro, a mi me gusta todo de ella, se lo repito cada vez que puedo, su pelirroja cabellera que cae ondulada sobre sus hombros, sus pecas, su olor.

-Si sigues acariciándome me quedaré dormido aquí mismo, como que la tarde esta para eso.

Santiago nunca fue una buena ciudad en el verano, con Marla decidimos escaparnos unos días a la casa de sus primas de Valparaíso, al ser el último mes antes de entrar a la Universidad, a nuestro primer año de Periodismo.

Un febrero total, con Marla nos dejan dormir juntos, y nos desvelamos fumando, haciendo el amor, y conversando hasta el amanecer. También escuchamos lo poco que tenemos de Bowie en el tocadiscos de la Tía Hippie de Marla, la que insiste en blasfemar sobre la dictadura Militar a la que todos odiamos. O por lo menos gran parte de mi Familia.

Apoyado en mis brazos y de barriga al pasto observo a los niños subidos en los carritos de arriendo, todo parece una postal de la mejor de las películas gringas, es raro como la gente con el sol olvida los hechos más importantes. Mi viejo está en España, y no creo que vuelva en mucho tiempo más, Marla se encarga de hacerme olvidar lo mucho que he perdido en estos últimos años, creo que día a día me enamoro más de ella, y eso es algo que no pudo perder, que ni el mas bravo de los soldados puede robarme, al menos eso no cambiara nunca.

- Marla..?

- Dime…

- Te amo.

-Yo También te amo Gustavo.

Subimos lentamente por almirante Montt, el atardecer enrojece el marítimo cielo de Valparaíso, pareciera que pronto las estrellas se tomarán el firmamento. Marla se detiene, nos miramos. Sus ojos son capaces de enternecer al más amargado de los hombres.

- Gustavo, hazme un favor.

- ¿Cuál?.

- No cambies nunca. Nunca pares de sonreír.

-Te lo prometo, Marla – Un beso adorna la postal romántica del Gran Valparaíso.

martes, 28 de julio de 2009

Que se pase el Frío. Poema.



Que se hiele tu mejilla,
Bajo el aliento
pervertido
que desprendes de mi alma.

En que los besos con ron
se hagan suavecitos,
contagiados
de la crema mental
y lujuriosa
que acaba
con nuestra
conciencia

jueves, 23 de julio de 2009

Cloudy head...*


Recordando el sonido
de aquellas jodidas palabras,
de las que ya ni siquiera
puedo asimilar sus significados,
me voy hundiendo
cada vez más en mi asiento...

Las ventanas cromadas
reflejan un sol desvirtuado,
qué sol,
la niebla ya bajó lo suficiente
sobre las cabezas...

Me creía más alegre,
me sentía mejor persona...

Salgo de ese viciado lugar
lleno de marionetas sonrientes
manejadas por una gran lagartija,
su morbo comienza a asfixiarme...

No pretendo recitar
el discurso monotemático
de una melancolía barata...

El problema es que en este día
la niebla bajó muy rápido
y el aire humedecido
se impregnó en mis ideas...

Talvez mañana
el sol no sea tan esquivo,
talvez mañana
el cielo se desprenda
y me parta en mil...

Por ahora,
sólo presiono fuerte mis audífonos,
cierro los ojos, camino derecho
y que la música haga lo suyo...

Hasta que al fin pase la niebla...*