Carlos juega con el sueño frente al televisor, echado en el sillón forrado de tela naranja. El mismo sillón donde revolcaba su amor y sus jugarretas sucias con una chica ya lejana .
El sueño se confunde con las voces televisivas del canal estatal, en medio del sonido de fax que lleva grabado en la mente. Dormita en sus jugarretas, revive los recuerdos.
Cierra los ojos, robando mas aún los flashes de piel ebria de la noche en que el alcohol lo hizo amar.
Y allí está ella, con sus piernas en pantis envolviendo con mirada de gato su figura cómplice del deseo que volvía al cuerpo de Carlos.
No quiso hablarle, pues el silencio se acomoda entre las luces que comienzan a encenderse y apagarse en un juego macabro. La pieza se desvanece en la luz/oscuridad .
Se levanta del sillón, comprobando que ella sigue allí. Mientras todo parece volver en calma, la habitación quedo definitivamente en oscuridad. La televisión está congelada, y la imagen se repite una y otra vez en una jugarreta de lo mas cinematográfica.
Tomó una de las pocas sillas que quedaba, pues todo parecía huir del escenario, solo quedaba ella, sentada, mirando como Carlos con una normalidad perturbable se sienta y enciende un cigarrillo.
-¿Qué haces aquí? - Preguntó, mientras la fémina comenzaba a sonreír bajo la luz que venia de las calles y entraba curiosa por la ventan. Solo la luz de las calles no desaparecía de toda la escena que se formaba. Solo la luz no se desvanecía de los recuerdos que ahora se hacían realidad.
3 cigarrillos, y ella no daba señal de querer hablar. Ya todos los objetos de la pared habían desaparecido, y el reloj ya no sonaba, dando muestras de que el tiempo ya no era aplicable en el universo, ni siquiera el tiempo era importante. Carlos se vio sentado en el suelo, luego de que la silla se hundiera en las baldosas.
-Me mataste, ¿sabes? – Carlos comienza su descarga directa – me mataste cuando te fuiste, y me mataste solo por irte con otro.
-lo se, pero tu sabias que esto terminaría así?
-¿me estoy volviendo loco?, tu no deberías hablarme.
- yo estoy acá Carlos, tu lo pediste.
-claro, pero, pero los recuerdos no hablan, solo se quedan allí, esperando por desaparecer.
-yo no quiero morir, no quiero desaparecer. Me gusta que me construyas en cada momento que caminas y vas al baño. Incluso cuando bebes aquel alcohol barato y adolescente.
-¿Qué quieres?
-no tengo la facilidad de contestarte eso. Formula otra pregunta.
-mierda, siempre fuiste tan exigente.
Silencio, Carlos nunca había hablado con sus recuerdos, y difícilmente sabia que hacer frente a estos.
-tu pediste que yo me fuera, Carlos – la chica comenzaba a romper por si sola el hielo.
-¿yo?, ¿fue mi culpa?
-me gusta creer eso, ¿sabes?.
-por mi rabia, debería matarte, para que así desaparezcas con toda tu idiosincrasia.
-Pierdes el tiempo.
-contigo lo perdí.
-no seas tan duro, yo soy parte de ti, ¿recuerdas?.
La luz se enciende, la habitación esta en blanco. Todo ya había desaparecido, excepto el sillón y ella.
De nuevo la oscuridad.
-contigo matare todos mis fantasmas – balbucea Carlos, mientras busca algo que fumar.
-tendrías que haberlo pensado desde un principio. De nuevo te pierdes en soluciones pendejas.
-yo ya no te quiero.
-yo te dije eso primero.
-Pues ahora te lo digo yo.
Ella comienza a llorar, y Carlos siente como la vista se le va, fundiéndose en la oscuridad . Todo parece terminar rápida e indoloramente.
Su llanto desaparece, y comienza a temblar. La habitación surge de nuevo, y la televisión lanza ese pitido de fin de trasmisiones.
Carlos suda como un cerdo, y agitado se levanta. Solo fue un sueño, desde un principio el lo supo. El sueño mas absurdo en años.
Pesadamente se dirige a escribir.