lunes, 23 de febrero de 2009

Deshacer...*


Mientras el cielo se tiñe de rojo,
la desesperación da golpes fuertes en mi cabeza...
creo que lo más conveniente
es que me ponga a correr de inmediato....

Me miras fijo con tu cuerpo inerte,
te arrancaría los ojos para que dejaras de hacerlo...
la culpa no me queda bien,
soy un tipo bastante despreciable ya,
como para que me hicieras creer
que yo debía dar todo y tu sólo esperar en silencio...

Mi mano ha dejado de temblar,
al parecer no fue demasiado tortuoso como esperaba...
acomodo mi reloj con un afán inútil,
todo se va volviendo cada vez más absurdo...
ideas vagas de suicidio se esconden
en el incesante ruido de los taxis de medianoche
y en los perturbadores aullidos de los gatos callejeros...

Limpio mi ojo izquierdo,
sacudo rápidamente mi abrigo
tratando de aparentar una inmunda realidad...
la última y única opción que me queda
es arrancar hasta deshacer mis tobillos,
sin mirar atrás...

Lamentablemente mis piernas no reaccionan...
lo echamos todo a perder...
nunca debí respirar tu maldita almohada,
en ese sábado del que ya poco recuerdos quedan.....*

sábado, 21 de febrero de 2009

Starman.

Para Susana.

La mañana lluviosa se asoma entre las nubes negras del cielo. Me duele la cabeza, el brazo izquierdo adormecido bajo la almohada. Al moverlo siento ese hormigueo infernal quemándome los nervios.


“Un día sábado lluvioso en nuestra querida capital, los pronósticos dicen que en la zona central del país gozaremos de lluvia hasta pasado el lunes de esta semana entrante, así que santiaguinos, ¡prepárense para el fin de semana mas húmedo en años!. Y bien, cuando son las 9:30 de la mañana, esto es David Bowie con Starman en radio Horizonte…

Didn't know what time it was, the lights were low, I leaned back on my radio…”


El agua hierve sobre la cocina, mientras hecho el café en el vaso, seguido de las dos cucharadas de azúcar. Una noche difícil, escribir es tedioso, y ese celular que nunca para de sonar. Es bueno apagarlo todo de vez en cuando.

Bebo un poco, y me acerco a la ventana, la gente corre por las calles, y el agua amenaza con escurrirse en tiendas y almacenes. Recuerdo el diario, debe estar bajo mi puerta como cada fin de semana, todo este ambiente sabático me hace parecer el hombre mas despreocupado del mundo, tomo la bata para disimular mi ropa interior, y me dirijo pesadamente a la entrada.

Cojeo, una pequeña lesión de hace unos meses atrás. Rodé por las escaleras de mi edificio, persiguiendo a Marla, que se escapaba tras haberme lanzado cuanta carta, flor, beso, abrazo y noche que yo le había regalado. Al verme allí tirado, con mi pierna derecha en una posición digna de Film gore clase B, no pudo mas que exclamar que no lamentaba nada de lo que me había pasado y se fue mientras yo gemía de dolor.

Me agacho y tomo el diario cubierto por una inútil bolsa con el logotipo de la empresa repartidora. Me asomo al pasillo, las goteras suenan fuerte sobre las cacerolas que puso la casera para capear el agua que se escurre por todas las bijas de este edificio inmundo.

Me echo sobre el destartalado sillón, y con los dientes desgarro el molesto envoltorio del periódico. Me dispongo a leer un poco antes de vestirme y salir un rato, la lluvia nunca ha sido un impedimento para refugiarme en algún cine.

Ojeo, los artículos no distan mucho de los de la semana pasada, nada que no pueda encontrar en algún sitio o blog literario de mala muerte. Peleas políticas, farándula sin sentido, escritores manoseados. El celular reposa boca abajo en la mesa, apagado y en silencio, mi opción favorita.

Lo observo, ¿si lo enciendo llamaría alguien importante?. Probablemente sean esos estúpidos de redacción pidiendo algo nuevo. Es hora de ponerme en la posición de que si no les escribo nada pronto el dinero dejara de llegar a mi cuenta. Eso es peligroso.

Siempre me han parecido un tanto molestos los celulares, interrumpen todo lo que los rodea. ¿Duermes?, suena el celular, ¿Estas en el escusado?, suena el celular, ¿haces el amor? Suena el celular, ¿En el cine?, y válgame Dios que esto es cierto, suena el celular.


Meto mi cabeza bajo el grifo, mientras tomo el jabón con mi mano derecha. Me restriego los brazos, espuma abundante. Estiro un tanto mi pierna derecha aprovechando lo tibio del ambiente, Marla me dejo mas que un corazón roto. Me dejó una pierna, una dignidad y una autoestima completamente destrozadas.

Esa tarde estuve gimiendo de dolor algunas horas antes de que me encontrara alguien en el hall del edificio, lamentablemente llovía como hoy, y nadie se atrevía a salir para refrescarse. Por lo tanto se comprende que hayan demorado tanto en el rescate.

Me arrastré, maldije, mande saludos reiteradas veces a la madre de Marla y volví a maldecir su existencia. Esto sirvió para que me encontraran.

Me acomodo el abrigo mientras busco el bastón que me presto Carlos, “creí que tendría que pasártelo cuando estuvieras 40 años mas viejo” dijo mientras lanzaba una enorme sonrisa de amistosa burla.
Lo tomo, su forma me hace recordar a Alex de la Clockwork Orange, elegante como para lucirlo en la calle, pero eso acompañado de mi aspecto, me hace ver como un loco, pero lo necesito, tanta escalera, vereda y camino por delante me convierte en dependiente de este instrumento.

Saliendo de casa lo observo, el celular. Lo tomo, probablemente lo encienda en el transcurso de la tarde.

Cojeo junto con el bastón, el sonido de este al golpear el suelo se fusiona con el crujir de la madera vieja y húmeda. Comienzo a bajar escalón por escalón, un accidente puede costarme la otra pierna, pienso que sería cómico ver a un hombre cojo de ambas piernas. ¿Que es lo que pienso?, es lo mas estúpido que pudo cruzarse por mi mente.

La insistente lluvia cae sin compasión sobre todo lo que ose desafiar su fuerza. Entre mendigos, comerciantes callejeros, y locos de remate, nos repartimos la inclemencia del frente de mal tiempo.

Es raro, caminar con paragüas y a la vez con un bastón me hacen sentir el anciano que no soy. Vamos, con mis 28 años nadie puede decir que estoy viejo, estoy entrando al principio del final: los 30 años. Pero es un principio al final de cuentas.

Decido dejar de huir y me refugio bajo un paradero. Me siento en la banca de este, y saco un cigarro. Lo enciendo y aspiro hondo. Hace frío, y es una locura haber salido de casa para cumplir con mi rutina. El cine me da la vida, y no es una metáfora cuando lo digo. Los de redacción me persiguen por una crítica que aún no hago. Lo recuerdo bien, saco el celular, aprieto ON.

Espero un momento, mientras fumo tranquilamente, sin importar el diluvio que tengo a mi alrededor. Fumo, saco otro cigarro, y sigo fumando. Suena.
-¿Aló? - contesto.
-Gustavo, has desaparecido dos semanas, ¿Dónde esta tu crítica?.
-Marla, ya les dije que estará para mañana, no entiendo porque han insistido llamando toda esta semana.
-Eres una rata Gustavo, ¿sabes que día es hoy?.
-Sábado.
-Pues bien, el tiraje con tu crítica es mañana, no nos das el tiempo de incluirla. Y lo sabes, todo esto es como si te gustara hacerme enojar.
-Al menos es mi venganza por hacerme rodar por las escaleras.

Una risa se escucha al otro lado del teléfono, Marla parece captar el obvio mensaje. Un golpe bajo para que asuma su propia culpa en mi estado anímico y de salud.
-¿Insinúas que todo esto es mi culpa? - Exclama.
-En lo absoluto - miento.
-Vamos, no mezcles lo que paso esa tarde en que resbalaste, con nuestro trabajo, sabes que no es bueno.
-Tu eres la que recuerda ese episodio, yo solo cojeo y es suficiente para mi.

Se escucha un suspiro de resignación al otro lado de la línea, la tengo exactamente donde quería. Lamiendo su culpa en todo este asunto, en todo mi malestar. El silencio se apodera de la conversación.
-¿Qué película veras hoy? - se atreve a romper el silencio.
-Donnie Darko, la ultima de Richard Kelly.
-Dicen que es buena.
-Podrías hacer la crítica tú.
-No jodas Gustavo. Y ve pronto al cine, no vayas a pescar un resfriado.
-¿Como sabes que estoy bajo la lluvia?
-Llueve en toda la ciudad, idiota - Corta el teléfono.

Miro un poco el oscuro cielo, es hora de caminar un poco.

Llego a la boletería, una joven con pinta de universitaria sedienta de dinero me recibe con una dopada sonrisa. Su jockey rojo y su uniforme me recuerda mas a una cadena de comida rápida que a la de un cine. En cualquier momento le pido una hamburguesa.

- Una para Donnie Darko, función siguiente - le digo, mientras saco el dinero de la billetera, ella balbuceando un discurso, que seguramente le enseñaron en alguna capacitaron de segunda, teclea el ordenador e imprime una boleta y me la entrega.
-Su entrada señor, disfrute la función.

¿Cómo?, ¿Aló Moscú?. ¿Qué a pasado con la antigua entrada de cartón?, esa que atesorabas en tu billetera o agenda. Esa que guardabas para mostrársela a tus futuros hijos, o a alguna señorita. El cine comienza a convertirse en un espacio igual de frío que el ambiente que lo rodea allá afuera. Es probable que las cintas próximamente sean solamente reproducidas de forma digital. Y un carajo.


Me siento en la butaca, pasan comerciales, unos cuantos trailers, y de nuevo estoy en el cine próximo a vivir una nueva aventura que me dará dinero para seguir viviendo.
Observo, los subtítulos se leen bien, todo en orden, mi bebida en el asiento, el bastón bajo la butaca, el sonido agarrándome lo oídos. Minuto 35, comienzo a quedarme dormido.

miércoles, 18 de febrero de 2009

On the Road.


Despierto en medio de la penumbra, el teléfono suena insistentemente. Lo dejo sonar por un momento mas, si es importante insistirá.

Suena, suena, suena. Sofía duerme su borrachera en la cama, yo me doy unas vueltas en el suelo, no quise dormir junto a ella, probablemente en la mañana despierte y grite si me ve a su lado. El hijo de puta de Gustavo no se la quiso llevar. Me debe una.

Enciendo un cigarro, mientras el maldito aparato sigue su cantar molesto. Camino a la cocina y me sirvo lo poco que queda de vodka.

Con el vaso y el cigarro vuelvo a la pieza, me sorprende que teniendo el teléfono en el velador a la cabeza de mi intento de cama Sofía duerma sin percibir el ruido.
-¿Alo? – contesto.
-¿Carlos?- una voz ronca hace vibrar el audífono, no me parece familiar.
-Si, con el, ¿Quién habla?.
- jajaja, me sorprende que ya no me recuerdes, viejo amigo.
-¿viejo amigo?, joder, no creo que tu tengas ese titulo.
-¿Cómo?, ¿ya no recuerdas al viejo Dean?
-¿Dean?, ¿Dean Moriarty?
-Así dicen…
-Me debes dinero…
-¿Qué pasa Rudie?, ¿acaso no te alegra saber de este blanco? – Se escuchan muchos autos de fondo, al parecer esta por la carretera o en algún Terminal.
-Realmente no, tus negocios siempre terminan mal, y ya sabes que me siento viejo para volver a ayudarte.
- hmm, supe lo de tu amigo.
-¿Si?, ¿y eso que tiene?, salió en muchos diarios, y solo falto una biografía de el en la TV para acabar con todo esto.
-hey, no te vayas en esa, yo solo quiero alegrarte un poco la vida, ¿Estas solo en casa?.
- Eso no importa, si te quedas acá probablemente venga la policía, y ya sabes que eso no me gusta.
-no llores, que a este teddy boy no lo persigue nadie, solo quiero tener un lugar donde quedarme.
- Puedo apostar a que tienes muchas que vender…
-se ve que me conoces, te ofrezco un trato…
-tu no ofreces nada, solo quiero el 10 por ciento que te den por las azules…
-no pierdes el tiempo…
-Solo recuerda que esto no es “The harder they come”
- Mañana pasaré, estate atento.

Corto. Jimmy Cliff me mira fijamente desde la pared, esta necesidad de dinero extra no es un mal hábito.

Al voltear, Sofía me mira fijamente, escuchó todo al parecer, en la oscuridad sus ojos de gato parecen mas amenazantes. No le digo nada, esta muy incorporada.
-¿En que andas metido?- pregunta.
-En algo que a muchos Mods les va a interesar.
- Lo tengo claro. ¿Qué hago en tu cama?, a mi me interesaba irme con tu amigo.
-suele pasar que las cosas no resultan como uno quiere.
-Al menos pudiste sacarme el vestido, esto se arruga ¿sabes?
-¿todos los mods son así de pretenciosos?.
-no, pero yo soy una señorita.
-Una señorita en la cama de un desconocido.
-pero una modette muy educada.

Quedamos en silencio por un momento, Sofía suspira con resignación y de una manera muy filmica desabrocha su vestido, lo lanza a los pies de la cama, dejando ver su figura mas bien provocativa. Se tapa con las mantas y vuelve a dormir.
Mala noche para un Rude Boy solo, al menos dios pudo darme una mejor oportunidad.

Vamos, que aun debe quedar algo de ron en la cocina.